martes, 12 de agosto de 2008

creí que jugar con fuego era otra cosa...

No necesito tu talento hoy. Hoy necesito tu valor.
Cayendo por la montaña de la locura...
Ella, siempre ella.

Ahora voy a parar, todo lo verdadero esperará.

Me estaba perdiendo por completo, simplemente eso. La mañana transcurría y sol otoñal alcanzaba a cubrir las cosas que yo no necesitaba. Mi almita querida, se consumía tiritando en los escalofríos de una mentira que te despierta lejos, sin garantías y desnudo. Es decir, “¿La vida tiene sentido, o quién dijo que la vida lo tiene que tener?
El agua del mate se había enfriado e igual seguía tomando uno tras otro, ¿robot estaba yo? La música que estaba sonado en la radio parecía estar completamente desafinada, y estaban el puesto numero uno de los charts. Y eso que no soy de andar pensando en esas cosas raras, solo que, me llamó la atención y cómo que caí en cualquier lado del pensamiento. Sobre la mesa donde todo parecía natural, tanto las migas, las botellas vacías, los posillos sucios, un pedazo de queso y otro de dulce, una revista de rock, fotocopias de un libro de Luca, propagandas, un atado de cigarrillos hecho una bolita y el ultimó libro que me había comprado, salvo por esas cosas, la mesa era una mesa como cualquiera. Es decir, será eso de la esencia de cada cosa que hace que sea eso y no otra cosa. ¿Te dije que el mate está helado? Un mundo que nos arrastra sin compás a bailar, ¿un mundo así lo imaginaste? Un mundo como un supermercado de la nada bien grande, de la nada como souvenir. Encendí la televisión.
Hoy tenía un día confuso, ya que lo que venía haciendo desde un tiempo a esta parte ya no lo tenía que hacer. Nuevamente estaba sin amor, y eso me representaba un esfuerzo que no había pensado hacer. Tiene un gasto de energía, de salud, de ánimo, que se lleva todo hasta la arena más pesada. Pensé en llamar a mí ex, para contarle pero las ideas grises últimamente me estaban seduciendo poco y nada. Y no estoy hablando de un fundamentalismo que va solo del negro al blanco, pero, como que parte de mí ya no soportaba el gris del vacío existencial de la conversación con ella; más claro, ¡no me la aguantaba más! Tal vez sea por que ella tiene ese poder de hacerme sentir siempre un hijo de putas. “Por suerte se acabó el agua”. A veces la intensidad del arte, me permite sobrellevar la mediocridad de la cotidianidad. Ya que nos impide ver la vida tal cual es. Ahora un aviso de televisión proponía la operación de los pechos como medio para alcanzar el fin. Lo fugaz de lo eterno, quince minutos, tan solo eso. Recordé a un pibe que acá en la ciudad estaba escondido en ser pibe y ni bien pisó suelo de capital se sacó todo el aire y arrancó su vida bajo la primavera de llamarse Luna. Y ahora está haciendo una obra de teatro con no se quién. Bueno, en la vida cada uno hace lo que puede. Pero, desde que Juan o Luna, ahora estoy esperando ver las verdades que me van a revelar y se van a revelar en capital, de los que hasta hace un tiempo eran mis amigos extraños, ya que por lo visto no eran ellos. ¿Todos se han ido, o yo me quedé?

Y todo por no llamarla y decirle que la amo…

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